sábado, 16 de julio de 2016

ANTIGUO Y RARO / En el sur de Sinaloa


Peregrina, Francisco; En el sur de Sinaloa / novela. B. Costa-Amic editor. México. Primera edición. 1965. 255 pp. Rústica. 14.5 x 19.5 cm. $ 20.00 USD. 

«Pancho Peregrina nació en Villa de Álvarez, Colima, en las postrimerías del siglo pasado y fué traído a Mazatlán a la edad de tres años», informa Filiberto Patiño Escamilla en el portal sinaloamx.com.

«Sus padres fueron doña Merced Campero Ahumada de Peregrina y el señor profesor don Diego Peregrina. Ella era de Guadalajara, Jalisco, y él de Colima, Colima. Por cierto que doña Merced -según Pancho- contaba que era descendiente de Santa Teresa de Jesús y lo hacía con orgullo. Igualmente su primo, el coronel Miguel Ahumada fué gobernador de los Estados de Chihuahua y Jalisco, cuando don “Porfi” no disfrazaba el “dedazo” para designar a los gobernantes».


Peregrina fue corresponsal de El Nacional y desempeñó varios puestos dentro de la burocracia estatal.

Sobre esta novela, Patiño Escamilla escribe lo siguiente:

En el año de 1958 el periódico “El Nacional” convocó a un concurso literario internacional. El premio era de $15,000.00 y un diploma. Pancho ya tenía esbozado un retrato literario del sinaloense sureño que llamó “En el Sur de Sinaloa” y en donde narra sin desplantes académicos una devota querencia al folclorismo de tonos armoniosos con que vive y se entiende la gente “mal hablada”, parrandera que “Jala” la tambora por las calles y canta al amor; toda la gama de la expresión corriente y llana del sinaloense que baja desde la sierra mojada con su melancolía cancionera, hasta los planos y lomeríos donde el campesino siembra “a piquete” para hermanarse con el “marismeño” que huele a pescado porque vive en los esteros entre los mangles; parece que “En El Sur de Sinaloa” se trasunta la bravía postura de los hombres en los bailes de “candil’.

La eclosión en el ámbito de clarinetes y trombones, matizados por el grito ríspido que emana el mezcal para decir a voces de copla el “corrido” pueblerino que es historia. Historia de hombres valientes que lo mismo les dá balacearse las entrañas en un baile que en una cantina. O de mujeres hermosas que también pierden la vida a manos de galanes despechados.

“En el Sur de Sinaloa” se deja pasar el tiempo prendido en los aleros de las casas, para dar paso a otros años que en nada cambian las costumbres de los sinaloenses, excepto que hoy la energía eléctrica ha vencido las cañadas y los barrancos serranos para llevar la canción de la radio lejana y la escena casi grotesca en esos parajes, de los programas de televisión de novelas peruanas y venezolanas, que nada tienen que hacer en esos hogares de gentes sencillas que no conocen la prostitución mercantilizada.
La novela de Pancho Peregrina seguirá ungiendo a la literatura, la vida bronca con el decir ranchero de los hombres y las mujeres sureñas de Sinaloa. Y aunque pasen los aconteceres de una cultura que cambie la raíz y la esencia de estas gentes, las Siris, los Carmelitos y las Lugardas permanecerán presentes mezcladas en el pueblo.

La novela de Francisco Peregrina triunfó en el citado concurso de “El Nacional”, llevando como jurado a José Martínez, Luis Spota y Alí Chumacero. Su lema: “Llaga que no se mira no se cura” fué publicado en el periódico “El Universal” allá por el año de 1965. Y se decía además, que se ignoraba el nombre del autor. La noticia fue leída por el Dr. Camelo y Vega (compañero de Peregrina, Verdugo Fálquez y Alejandro Hernández Tyler), en “la banca” de la plazuela Obregón en Culiacán. Peregrina supo inmediatamente que era su obra y se trasladó a la ciudad de México a reclamar sus derechos. Y en efecto, el hombre había alcanzado la gloria en las letras tanto a nivel nacional como internacional.

En la página editorial del periódico “El Universal”, del 6 de febrero de 1966, se publicó una crítica de la novela de Francisco Peregrina.

La que transcribimos en su parte más importante: “una novela costumbrista, pero con ser eso muy grande; no el lingüístico el único, ni siquiera el principal mérito de la novela, tampoco lo es el costumbrismo que es acertadísimo, lleno de colorido; quizá lo mejor y lo más notable es el humor de los grandes novelistas que narran con una sonrisa en los labios aún los lances más trágicos: como Dickens, Daudet, como Balzac, y, bueno, como Cervantes…

“La novela nos parece una de las más hermosas, de las más cuajadas y de las más llenas de sabor y calor que se han escrito en México en lo que va del año”.

La pieza está en buenas condiciones.

  Retornar al Catálogo

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No violencia ni Spam. Gracias.